viernes, 10 de marzo de 2023

¡Chao, Twitter! ¡Hola, Twitter!

[Meme o video en el que se ve a Bart Simpson caminando y gritando por el corredor de su casa mientras golpea con una cuchara una olla que lleva en la cabeza para llamar la atención]

¡Mírenme, llevo casi dos meses sin ingresar a Twitter, salí de Twitter y no he vuelto sino hasta ahora, no había entrado a Twitter, mírenme! ¡¿Ya me miraron?!

Ajá, anuncio (¿a quién?) mi retiro de Twitter (y también el pronto regreso, me pica volver) porque en una explosión de exceso de información, mi corazón, mi razón y, principalmente, mis dedos índices y pulgares decidieron cerrar sesión (realmente de todas las redes sociales) y desinstalar las aplicaciones de las mismas que habitaban en mi celular (¡ah, es por eso que ahora la batería dura más!), sí fue mucha la carga de información negativa, dolorosa, preocupante, mal intencionada, eternos toma y dame sin intenciones de mediar. Me mamé.

_¿Supiste del terremoto en Turquía y Siria?... ¡Pilas porque hay paro de taxistas!, ¿no sabías?... ¡Se vienen dos días de marchas, una a favor y una en contra del gobierno! (¿Marchas? ¿Dos días?)... No viajaron por el problema de la aerolínea, ¿viste la cantidad de personas que no han podido salir? (¿Yo?, no, no he visto)... ¡Se fue el ministro de Educación, la ministra de Cultura y la de Deportes! (¿¡Ah!?, ¿y es que ya está el Presidente actuando como cuando fue alcalde?)... ¡TEMBLOR! (ah, ese sí lo sentí, confieso que entré a la web de Twitter, sin iniciar sesión, para corroborar que no fue parte de un sueño)_ Y así he ido desenterado por el mundo y del mundo en los últimos días.

Canita al aire #1, digo, pensamiento al aire #1: ¿qué es esa vaina tan horrible, la de andar por el día y en el día pensando en forma de 'tuits'? Esta acción que casi por inercia hace que tome una frase que escucho, digo, concluyo, recuerdo o veo por ahí escrita, y la piense en su destino: 'un tuit' (malo o bueno, un tuit). ¡Oh, una foto, una escena!, ¡aguanta pa' un tuit también! Dicha acción ha ido disminuyendo a medida que pasan los días sin Twitter, si vuelvo, seguramente volverá, ¿lo quiero?

Pensamiento al aire #2: estoy perdido de los temas que se abordan en el día a día en las conversaciones del trabajo, la familia, las amistades, de los amores y de las amoras (cara coqueta), muy perdido. ¿Cómo me entero aunque sea un poquito de cosas? Terminé viendo, de vez en cuando, RTVC Noticias (¿ya nombraron gerencia en RTVC, a propósito? Extraño a Simona en Radiónica, a propósito, otro a propósito). Ah, y también me estoy viendo Los Cuervos, ajá, cuando finaliza RTVC Noticias, los viernes no la dan. ¡Y Presunto Pódcast, he seguido avanzando en sus capítulos! También me ha servido para enterarme otro poco, aunque aún no me pongo al día, pero ya casi. ¿Quiero volver?

Pensamiento al aire #3: no recuerdo si dejé interacciones o conversaciones pendientes en Twitter, ¿y los memes?, ¿y las interacciones que terminan en sonrisas?, ¿y aquellas que enseñan? Las fotos bonitas, las consultas a personas que saben de cosas y más cosas, las conversaciones con temas superficiales, como la última canción de Shakira y el último video de Aterciopelados (¡y su concierto que viene en camino!). ¿Voy a volver?

Pensamiento al aire #4: ya vengo, voy a publicar el enlace a este escrito a Twitter.

lunes, 27 de junio de 2022

¡¿The?! ¡¿Desert?! ¡¿Marathon?! Ajá

Nota introductoria con un poquito de advertencia: si alguien llegó por aquí a leer y es de aquellas personas a quienes les gusta sorprenderse buscando nuevas rutas para conocerlas corriendo, trotando, caminando o gateando (bueno, gateando no -gif de Homero Simpson diciendo "no, no, no, bueno sí"-) no siga leyendo, para que no se pierda la experiencia propia y más bien vaya y esté pendiente de la próxima edición de #TheDesertMarathon.

Empecemos con este relato que, creo, será de lo más extenso que he de escribir por este, por ratos, abandonado blog.

Día 1. Como aquella historia patria en la que nos cuentan que deslumbraron a ancestros y ancestras con espejos, así buscaba y perseguía uno a uno un conjunto de nudos, con suficiente tela sobrante, para que capturaran mi atención al brillar y simular un movimiento, como una estrella titilante. Y es que la oscuridad era protagonista, presente siempre, al menos en el entorno cercano, al menos entre nudo y nudo que se creía lucero, que invitaba a seguir un camino, uno desconocido, pero al que asistí como por inercia y con adrenalina.

Y ahí estaba una primera línea de luz, ¿una ciudad?, quizás, lejana para decidir de cuál se trataba. Así como apareció la línea luminosa artificial, así desapareció y seguí concentrado en los luceros de tela, de nuevo, en medio de la completa oscuridad. Trotar, caminar, sentir el calor refrescado por la brisa, sentir aún más la ausencia de brisa, pero seguir, avanzar, siempre avanzar. Entre nudos, telas, pasos y respiración agitada, hubo oportunidad de saludar la presencia de otras y otros presentes, anfitriones, camuflados de oscuridad y de pocas palabras, pero latiendo y, seguramente sonrientes, como intentaba estar yo en cada saludo de buenas noches. 

Hubo, más que una meta, una llegada a un nuevo punto de partida. Un punto de partida que, aún estando más oscuro, me mostró un cielo estrellado, un cielo que pocas veces he visto con tanta concentración, era como si cada nudo del camino, de esos que se creían luceros, los hubiera recogido para disponerlos allá arriba, en ese infinito cielo razo, todos los recogimos y los dispusimos por miles y millones en el manto que nos cubrió por el resto de la noche.

Día 2. Ya sin rastros de la a veces fresca noche estrellada, ¿fue un sueño acaso?, pudo haberlo sido, empezó otro sueño entre naranjas y azules intensos que se fueron desbaneciendo para darle paso a un Sol, aquel que me acompañaría en otro camino, uno casi libre de verdes seres en el suelo y de seres blancos en el cielo, muy, muy libre. El camino se abrió paso, esta vez los luceros eran fucsias, tan radiantes que el Sol celoso decidió hacerles frente y hacer sentir más y más su presencia en cada paso, de los lentos y de los no tan lentos.

Hubo ganas de detenerse, respirar y tomar un descanso, uno en donde no estuviera el Sol, pero ahí estaba, como detenido esperándome, si yo daba un paso, él también, así lo comprendí y no había otra solución que continuar de su mano pero a mi paso. El infinito 'del anoche' lleno de luces que juegan a encender y apagar, se trasladó a esta mañana de tonos amarillos, de vientos arenosos y de corazón agitado; en vez de estrellas, pequeñas rocas que al ser pisadas en cada paso, recordaban el 'tic - tac' de los relojes, un 'tic - tac' que podía ser lento o no tan lento.

De nuevo una nueva meta, un punto de partida donde, de nuevo, anfitriones, ancestros, visitantes y personas que ya habían dado sus pasos esperaban la llegada de los otros con alegrías y bienvenidas, bajo el único rectángulo de sombra que, al fin, nos separaba del "amigo Sol" (de repente me puse a cantar "sale el Sol por la mañana, sale el Sol a calentar, siempre sale por el este, hoy yo lo voy, a saludar, ¿cómo estás astro de fuego?". "De repente", mientras escribo, pues en el camino con su compañía quizás solo pensaba en avanzar y avanzar. Ah, y en que no se acabe el agua).

Día 3... (Le di 'play' a "El Sol", qué buen tema, aún suena mientras traigo palabras para este nuevo día). La belleza está en todas partes, todas, sin olvidar que, aunque bello, no necesariamente es el ideal. ¡Qué gran día! Todos lo fueron y este último simplemente corroboró cada sensación pasada y, para el día, presente. Cada paso era un nuevo punto de partida, pero no para un nuevo camino por recorrer, sino para cada sentido, los cinco que ya tenemos, el sexto que seguramente también se despertó y otros tantos que ni sabíamos que teníamos, pero que ahí estuvieron presentes. Cada paso era una mirada, una sonrisa, una vuelta de 360° para no perder ningún detalle, un nuevo ángulo, un sonido, un horizonte, una cima a la cual llegar, una huella por dibujar en (terminó de sonar "El Sol") la arena humedecida por el mar, seca ipso facto por el Sol.

No habrá suficientes ráfajas de fotos que retraten las huellas de este último día y no las que marcaban mis suelas, sino las que con cada detalle maravillaban mis ojos, de nuevo deslumbrado, ya no por nudos como estrellas, sino por composiciones por cada paso, composiciones que mezclaban agua, arena, tierra, rocas, viento, cielo, nubes, cercanías y lejanías; éxtasis en cada respiro agitado, un completo éxtasis.

Y así finalizó: sentidos, sensaciones, realidad y fantasía parecieron estar presentes y mezcladas de infinitas formas en el antes de anoche, el ayer y el hoy. Y el hoy más actual, de seguro el siempre y el mañana, ¿una experiencia para repetir? Aún no lo sé, ¿una experiencia para repetir con un propósito más exigente? Tampoco lo sé. Ya es una experiencia que se construyó o se ha empezado a construir. Ya veremos.

Fin (con sonrisas de ancestros, de detalles sin contar, de compañías, de individualidades, del día, de la noche, de la cultura de lo que se ve, no se ve, se desconoce y, sobre todo, se respeta).

martes, 22 de marzo de 2022

'As One' y recuerdos sueltos

Al menos diez mujeres trans que fueron asesinadas (muchas más), se mencionaron una a una entre las voces de la ópera, entre melodías de cuerda y viento tras una historia de reconocimiento individual y señalamiento y negación de la sociedad. Entre el vaiven de las manos como olas que dirigían momentos, emociones, músicos, músicas, sonidos, y que hipnotizaron a un público variado, diverso, rico, expectante.

Como cada vez que el cuerpo y el alma tienen la oportunidad de ver una puesta en escena en vivo, el recorrido inmersivo inicia, el escenario es el mundo, las luces son estrellas, las pantallas son ocasos y atardeceres, son tic - tac, los ojos, las respiraciones y una que otra risa tímida son la vida, la vida que pasa entre acto y acto.

El cuerpo estuvo acompañando el rumbo que la vida le obligó a trazar inicialmente al protagonista, la cotidianidad, las curiosidades, los apegos, los miedos y el contexto. El alma, por su parte, le tomaba de la mano para avanzar en la búsqueda de sus nuevos caminos, nuevos suspiros, sensaciones y deseos con los que se acercaba más a su nuevo ser. De la mano del protagonista caminamos, de la protagonista, junto a ella habitamos la sombra, la luz y las vidas.

viernes, 3 de mayo de 2019

A mil por ola (Cartagena)

Se desprende de la marea
un suspiro que no ha dado en el blanco luna,
se desprende cansado de buscar su destino
en cada vaivén que el amor depara,
en cada ola que se tiende como sábana,
como sábana tras una noche clandestina.

Se despide del agua y de la arena,
dice adios al infinito mar,
viene caminando desde donde decidió tocarse con el cielo,
ha caminado, a ritmo de brisa, a favor o en contra,
ha resplandecido con amaneceres
y se ha tornado rojo, naranja, ocaso.

No es su intención buscar otra noche estrellada
ni una soleada manifestación de sudor,
tampoco huye del horizonte eterno,
solo ha cesado de transmitir su mensaje,
¿de amor?, ¿de deseo?, ¿de olvido?, ¿de recuerdo?
Ha cesado y se ha decidido por una pausa eterna.

Y se vislumbran siluetas, no dos, ni cinco, ni mil,
son hileras infinitas de suspiros provocados
que deambulan y a su fin llegan
de la mano del antes, del después y del ahora,
del hasta pronto, del adiós y del que nunca fue,
se va, se aleja, deja su lugar y otra llega.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Desacostumbrado

Me había acostumbrado a que las palabras enfocaran su sentido hacia la defensa del valor de los propósitos certeros que permite el re-conocer la verdad. La verdad de las acciones donde los asesinatos fueron comunes. La verdad de los (des)propósitos del desplazamiento de la gente de sus tierras. La verdad de la estrategia de desaparecer miles de jóvenes inocentes. La verdad del (sin)sentido de la guerra. La verdad.

Me había acostumbrado a que los sonidos manifestaran sus historias (dolorosas, generalmente) con asombros, con detalles, con fechas, con razones, con ilusiones (a pesar de todo), con voces. Se escucharon los sonidos, las voces, desde los ríos, desde las montañas, desde los nevados, desde los llanos, desde las cordilleras, desde el mar, desde sus playas y desde las islas, incluso se escuchaban más claros los sonidos siempre escuchados de la ciudad.

Me había acostumbrado a la ausencia de acciones, principalmente a aquellas que buscaban interponerse con los latidos de los corazones, con las que preferían silenciar una idea diferente. Me había acostumbrado a las pausas en los estruendos de los gatillos, a las de las balas buscando profundidad entre la sangre caliente.

Entre pausas, entre sonidos, entre palabras un nuevo camino se hacía evidente, no era un camino color de rosa ni mucho menos uno de cuento de hadas, pero de aquel lado, de ese otro, los de atrás, los de adelante, todos salieron a caminarlo, porque finalmente era posible. La posibilidad de dar un paso sin temor a que el siguiente se convirtiera en una explosión estaba presente. Hasta las armas se animaron a hacer una pausa, todas. Por unos segundos, unos minutos, días quizás. Meses tal vez.

De repente, la aún tímida sonrisa dibujada en el aire y en el viento, junto a aquella impalpable sensación de aquello que habíamos decidido llamar esperanza dan un paso atrás, toman aire, hacen silencio y con incredulidad ven pasar por su lado, de nuevo, las almas de quienes decidieron volver creyendo en un futuro lleno de vida, de las lágrimas que se escabullen entre las pieles erizadas de personas que no entienden por qué los suyos fueron los elegidos por las balas que habían cesado, ¿por qué se suspendió la pausa? Los sonidos de las armas vuelven a ser fuertes porque al parecer han vuelto a sentirse respaldadas, sus acciones, extrañamente son bien vistas y retoman su rencor para actuar desapareciendo voces, vidas, esperanzas, verdades.

No quiero acostumbrarme, no de nuevo, a vivir entre la sangre de víctimas y victimarios. A que estemos dedicados a esquivar las balas y a perdernos las oportunidades de ver las semillas germinar, los niños caminar, las personas amar, la vida vivir. No quiero volver a la calma ubicada como fachada, como una enorme cortina que oculta tragedias de comunidades, de ecosistemas, de memorias. No quiero ver el temor diario causado por la guerra que decide acercarse como una avalancha para desaparecer lo que a su paso se encuentre. No quiero volver ahí, no quiero acostumbrarme a vivir con la muerte siendo llamada sin razón.