sábado, 10 de marzo de 2012

Angelitos, jugando por ahí...

Empiezo siendo desagradecido con las palabras, esas que me sobran cuando escribo, pero que se dispersan cuando entran en shock al encontrarse con situaciones que son espejos, 'de aumento', del dolor, de la desilusión, de la tristeza, de la melancolía. La última de las situaciones, no es la primera que he presenciado y merece una condecoración de vida, literalmente de vida. Ver a un retoño crecer en las entrañas, amarlo y sentirlo solamente a dos manos, con caricias, pero estremecer hasta el último poro que habita en un cuerpo es muestra de ello, y lo es más aún, ver a ese retoño despedirse tras su corto paso frente el viento, frente al sol, bajo las nubes, tras las sonrisas, tras las miradas.
Muestras de alegría que se transportan en el tiempo, quizás muy poco tiempo aveces, pero que sin duda son eso, alegría.
Retoños, hermanitos, amiguitos, angelitos todos, decidieron pasar fugazmente por este mundo, caótico, pero buen vividero, e irse a un punto desde el cual siempre nos acompañan con sus sonrisas, con sus miradas dispersas pero cristalinas, con sus movimientos lentos pero delicados, con sus sonidos inconfundibles y que son seña de existencia. Deben estar allá, entre nubes de colores, entre estrellas intermitentes, entre soles y lunas, pateando globos, escondiéndose tras el más grande lucero, buscando tesoros al pie del arcoiris, corriendo a lo largo del horizonte, saltando a la cuerda en aquella nube con forma de árbol o durmiendo abrazados de la montaña más verde y alta.


Están allí, esperando que miremos hacia ninguna parte, recordemos, suspiremos y finalmente sonriamos, porque por aquí pasaron, y por siempre estarán presentes.


(Inspirado en mi hermanita, Santiaguito, Kittita y todos los angelitos que nos han visitado)