Parece
que ha pasado tiempo desde que en el año 2005 fuimos convocados un
equipo de egresados de la Licenciatura en Informática para compartir
con docentes de escuelas rurales del departamento de Nariño,
estrategias en las cuales pudiera integrarse el computador para
lograr otros procesos de aprendizaje en el aula. Empezó a pasar
tiempo, por fortuna no mucho o quizás sí, cuando notamos que aquel
liderazgo estaba haciendo, erróneamente, que la planeación de los
procesos de aprendizaje tomaran como eje las TIC en vez del
aprendizaje. Fue necesario un alto, un freno en seco, cachetear el
proceso y ser consientes de que a ese error fatídico había que
anularlo. Esa reflexión, en conjunto con los docentes con quienes
interactuamos, fue bienvenida y el proceso volvió a encaminarse,
esta vez con el pensamiento permanente de no caer en usar las TIC
(aquellos software 'sorprendentes') como una obligación, sino
usarlas porque dentro de la necesidad de planear, en ellas podría
existir un recurso que antes no se tenía. Releo este párrafo y
pareciera haber sido una tarea fácil, pero realmente no lo fue.
Año a año, este proceso de integración de tecnologías en el aula (re-conociendo zonas de Colombia), se conformó pensando en el respeto por la estrategia de los docentes y la inmersión, en ella, de las tecnologías ofrecidas, tecnologías estas que involucraban software gratuito, paquetes ofimáticos, editores básicos de recursos multimedia, chat, correo electrónico, redes sociales, e-learning, micromundos y quizás un largo, o no tan largo, etcétera. Existió la fortuna permanente de que todos estos 'recursos didácticos' de la formación se abordaran en el aprendizaje de su funcionalidad a partir del uso inherente a la actividad muy conocida de planear una clase e implementarla, un aprendizaje conjunto entre docentes, estudiantes y, desde luego, los formadores que acompañamos el proceso.
Desde
planes de clases con los que se trabajan contenidos o conceptos
breves, hasta proyectos de aula o institucionales en donde se
integraron aquellas tecnologías fueron posibles, experiencias de
nuevos procesos en el aula empezaban a dejarse ver y su socialización
tenía espacio. Existieron entonces escenarios en los que estos
logros fueron los protagonistas, con algunos desaciertos, debo decir,
como cuando dicho protagonismo se lo llevaron los productos que, para
opinión del público, no pasaban de ser "bonitos",
"descrestantes". Qué bueno hubiese sido que lo bonito y
descrestante se tratara del proceso recorrido para lograr ese
producto, pues fue ahí donde el esfuerzo y el reto asumido por los
docentes de integrar las TIC en un proceso de aprendizaje estaba
generando impactos, modificaciones o "al menos", en mayor porcentaje, experiencias. Error aprendido, desde entonces, la integración
de TIC, en procesos de aprendizaje planeados por los docentes,
centrarían el análisis y la reflexión en los procesos y eso, para
cuando hubiera lugar, se socializaría.
Como
un gran punto a parte (con cara de punto seguido), me siento en la
obligación de al menos relatar que, en este proceso de integración
de TIC, a parte del reto de los docentes por integrarlas a sus
estrategias en el aula, nos encontramos con inconvenientes técnicos
(fallos en los computadores, fallos en los programas, "abundancia de
escasez" de computadores para la realmente abundancia de estudiantes
en un aula, y varios, esta vez sí, varios etcéteras) que
entorpecían un poco, o mucho, el impulso de poner en marcha
cualquier intento de estrategia que integre un computador. Disculpas
a los docentes por ser tan insistente en integrar "cosas nuevas"
en sus clases, pero valía la pena, vale la pena.
"Las
tics", "los tics", las TIC. El término ha dado señas
de estar integrado de manera arrasadora en el discurso del medio educativo, en las
comunidades educativas, desde aquel 2005 y hasta el 2015, ¡2015!
Parece que ha pasado solamente el tiempo, porque las muestras de
aquellas experiencias significativas, siguen centrándose en la
palabra TIC, tan rebuscada y forzada como al comienzo, solo que en
aquel 2005 alcanzaba a sonar "innovador", ahora suena más
bien sin eco, suena porque sí. TIC es una palabra vaga, sigue
siendo, aunque la reflexión inicial sea "las TIC no son un fin sino un
medio", veo en el aire letreros de cada experiencia que curioseé
"hey, miren aquí hay TIC", "oigan, estos niños
trabajan con TIC", "las TIC me permitieron estar aquí".
Maravilloso, ¿y la reflexión? ¿El proceso? ¿El seguimiento? ¿La
valoración? ¿La propuesta? ¿Lo fallido? ¿Lo logrado?
Estoy
seguro que hay reflexiones de los procesos, hay seguimiento,
valoración, propuestas sobre lo fallido y sobre lo logrado, y
seguramente mucho más por compartir, sin embargo, noto que se
continúa dando demasiada importancia a una TIC, a las TIC. Siento
que estamos queriendo "quedar bien" con las TIC. Pero se
nos está olvidando compartir la experiencia de escuela, de
aprendizajes, la experiencia del docente. Innovar con TIC, en esta
época, ya debería estar relacionado con hacer un uso invisible de
las TIC y dar prioridad a los procesos de aprendizaje. Disculpas por
la redundancia con la palabra TIC, no lo vuelvo a hacer.
No
sé cómo concluir este intento de reflexión en medio de los
aprendizajes que integran tecnologías, quizás es porque no lo
quiero concluir, solo quiero insistir en que hay toda una apuesta
tras el uso de cualquier herramienta, tecnológica o no y es esa
apuesta a la que se debería prestarle atención para analizar para
sí mismo y para compartir con los demás, colegas, estudiantes o
padres de familia, y con muchos otros "demás". Basta de
complicar el discurso y nuestra historia buscando integrar la
palabra TIC a todas horas y pasemos a lo que ha sido siempre
importante, al proceso, a los porqués, a los para qués, a lo que
aprendí, a lo que de desaprendí.
¡Un
gran abrazo para cada profesor que toma riesgos grandes, y otro igual
de grande para quienes toman riesgos pequeños!