domingo, 26 de abril de 2015

Sin excusas, no "vivo"

Siempre defendiendo los cruces por la cebra, el hacerle caso a los semáforos, el uso de los puentes peatonales, el andar por la derecha, el respeto de los turnos en una fila, el no botar basura... Tratando de ser un buen ciudadano ("buen ciudadano" debería ser redundancia) desde varios puntos no tan difíciles de lograr.

Caso 1: Muy defensor, pero ahora tendré que aprender a decir "no". Era la fila para reclamar un kit de carrera, decenas de personas voladas (me incluyo) del trabajo para alcanzar a retirar la camiseta con la talla deseada. Transcurrían apenas 20 minutos y personas llegaban a "buscar a alguien conocido" antes de hacer la fila, hecho repetido una y otra vez; molesto. "Mi conocido" estaba a 5 personas de la entrada, pero no se me pasó por la cabeza colarme e irrespetar a las personas frente a mí. No

La fila transcurrió por casi dos horas y para entonces era yo quien estaba a 5 personas de la entrada y, de la nada, apareció "la solicitud" de reclamar un kit (es en esta parte de la historia en la que me hizo falta aprender a decir "No"), acepté en medio de la vergüenza por todas las personas de la fila, pasé a ser atendido, tuve que ganarme el regaño de quien lideraba la organización "¡Eso no se hace! Hay personas haciendo fila por dos horas y ustedes la irrespetan así...". Un regaño con justa razón. Salí de ese sitio como si hubiese cometido un crimen (en cierta medida lo fue), avergonzado, con la cabeza agachada; prácticamente huyendo. 


Caso 2: Desde la bicicleta. Esperaba en mi bicicleta, antes de la cebra en el semáforo peatonal de la Séptima con calle 32, a que dicho semáforo cambiara para poder avanzar, pero sin razón alguna más que la estupidez de adelantar aprovechando que, al parecer, no había ningún peatón más, pedaleé y en menos de un segundo transcurrido supe que estaban cerca de un par de señoritas quienes con razón manifestaron su disgusto con un "¡Oiga, el semáforo está en rojo!" y que efectivamente iban a cruzar, sólo atiné a decirles, "disculpen, no las vi". Excusa que yo tampoco habría aceptado, el semáforo estaba en rojo. Ofrezco públicamente disculpas a ellas.

"Muy de malas que justo cuando no hago caso del compromiso ciudadano pasen esas cosas". No creo ser "de malas", pues gracias a ese llamado de atención por parte de las señoritas no volví, ni volveré, a ser parte de la indecencia ni la viveza que tristemente caracteriza a la gente al volante, al manubrio y al mismo peatón también. Gracias a ellas, de nuevo.

Ese par de días fueron suficientes para tener varias semanas, ya casi un mes, de pensamientos tristes frente a la forma de ¿vivir? en Colombia, donde realmente "el vivo" es quien lleva las de ganar. Esa "viveza" que es la misma siempre y que va desde un simple irrespeto de un turno hasta la manipulación ante toda una nación para tapar una (o miles) muerte.