miércoles, 1 de octubre de 2014

Horizonte a la vista, siempre

Saber que las despedidas son escenarios presentes,
hacen que las condenemos a no estar aquí,
por temores, por inseguridades, porque duelen, porque sí.
Sin embargo ellas se mantienen, firmes, casi obligadas,
están las despedidas no porque así lo quieran,
ni por que así lo exijan, solamente están.
Han estado siempre porque la vida jugó a dar vueltas,
jugó a ser ciclo y, como el aire, adicción se volvió.

Un ciclo que se quedó y tuvo que aprender a amortiguar cada adiós,
con un caminar de alegrías, de aprendizajes, de vida. ¡Eso! Vida.

Es así que la despedida decidió no ser un hasta nunca,
sino ser sólo la tapa de aquel baúl de recuerdos,
del que siempre se habló y se ha venido llenando,
del que hemos de tomar, aromas, ecos y texturas
para simplemente transportarnos con los ojos cerrados,
a las siempre vividas pausas y a los, a veces, afanes,
para estar allá, aquí, de nuevo allá con una sonrisa
y de nuevo aquí con un suspiro profundo,
de esos que pasan avisando que un recuerdo por aquí paso.


Para ti mi siempre amiga Tania que, con solo parpadear de frente al horizonte, traerás nítidos recuerdos de tu padre.